Muchas cosas se han comentado acerca del fresco de La Última Cena de Leonardo: sus
enigmas, sus secretos y las diferentes opiniones de sus posibles significados.
Este personaje tan hermético, misterioso y oculto, fue y continúa siendo un
secreto; su afán por aprender, saber y crear sigue siendo admirado por todos. La
mejor manera de llegar a ese misterio es siguiendo cada una de sus pinceladas,
sus mezclas de colores, hasta esa picardía a la hora de juzgar el movimiento de
sus pinturas: sus gestos, sus manos, sus parecidos con otras pinturas. ¿Por qué
pinta esto aquí? ¿Por qué no pinta esto? Son algunas de las preguntas que me
hacía ante sus obras: las respuestas que he conseguido obtener se debe a la
cantidad de observaciones y contemplaciones que he realizado de las obras de
este autor.
Otro aspecto que me llama la atención acerca de Leonardo es su
escritura “del revés”. Empecé a interpretar sus obras del mismo modo y gracias
a eso encontré lo que denomino «el punto 0». Para obtenerlo hay que superponer
dos imágenes de la misma obra e ir moviéndolas de un lado hacia otro, hasta que se unan formando otra imagen perfectamente clara. Lo
defino como un anagrama de imágenes, es decir, una misma imagen
con dos significados diferentes. Realmente lo creo así porque un milímetro más
arriba o abajo, la imagen no se formará: de ahí que lo llame «punto 0».
Pasos para llegar a las imágenes: Necesitaríamos dos transparencias del mural de La última cena que deben unirse, una
del derecho y otra del revés, al mismo nivel. Después hay que moverlas cada una
en diferente dirección, una hacia la derecha y otra hacia la izquierda, hasta
llegar al « punto 0». De este modo, se pueden obtener cada una de las imágenes.
Además, si utilizamos metacrilato blanco o cristal blanco como base para ver
las imágenes, se podrán apreciar con más claridad aplicando un poco de luz
blanca: a mayor intensidad de luz se obtendrá mejor resultado.
¿Realmente Leonardo pintó esta imagen?
La pregunta que más me han hecho desde que estoy estudiando sus obras
ha sido «¿Leonardo quería transmitir algún mensaje entre sus obras para que lo
descubrieran en el futuro?». Y mi respuesta siempre ha empezado con: «Creo que
sí». Pero ahora si debo responder a esa misma pregunta, lo afirmaría rotundamente. ¿Y por qué diría yo
esto con tanta seguridad en este momento? Lo primero que quiero destacar es la
perfección de la imagen: a todo el mundo que he preguntado, la ha asociado con
un ser de otro planeta... Lo que yo quiero afirmar es que Leonardo conocía este
resultado final en sus obras. No estoy diciendo que el resultado sea real,
pero, ¿qué extraño sería en aquella época, por 1495, encontrarnos con esa
imagen? Por eso quiero dar otros puntos de vista: podría ser que fuera un
visionario, que sean imágenes salidas de sus sueños, o sabiendo que era el
primero que retrataba caricaturas de muchas variedades y formas intentó buscar
otras opciones, sin dejar atrás las más simples, contenidas tanto en otra
imagen como en la misma realidad. Quizás sea algo que nunca sabremos, pero, ¿quién
no tiene intriga en saber por qué pintó estos “anagramas”?
Descripción de la imagen. De la figura central quisiera empezar destacando la
forma de su cabeza, de la que en realidad sobran las palabras: los ojos
grandes, ligeramente marcados y oscuros, la nariz, apenas formada, la boca fina
con algo de profundidad, su barbilla poco visible; seguidamente, su cuello tan
bien compuesto. Seguimos con sus manos, que pierden el grosor real de los dedos
y, al estar alineados, pasan a ser cuatro dedos por cada mano. ¿Qué estará
transmitiendo con ese gesto? Enseñando
sus manos, como diciendo: «¿Yo no tengo marcas en mis manos? No fui
crucificado. Yo soy el…». Su capa en
forma de pico a través de la cual se ve el interior de tono un poco más claro,
algo que no existía en aquella época. A la altura de los hombros, se observan
unas alas saliendo por cada lado de la figura y esa mano perdida que se
encuentra en el mural, entre la tercera y la cuarta figura de la izquierda…
Desde un punto más alejado, quiero destacar cómo las figuras a los
lados resaltan el interés de la figura central que ya hemos visto, quizás para
obtener este resultado, dándole la verdadera importancia a la figura que les he
mostrado. Encima de su cabeza puede observarse la forma de un triángulo
invertido que marca claramente el centro de la imagen, con otro en su interior
más claro, dándole valor a dicha figura. Dentro de dicho triángulo aparece una
especie de ojo y a ambos lados hay dos columnas que también marcan la mitad de
dicha figura.