domingo, 9 de agosto de 2015

La escritura pictórica de Leonardo da Vinci.


Muchas cosas se han comentado acerca del fresco de La Última Cena de Leonardo: sus enigmas, sus secretos y las diferentes opiniones de sus posibles significados. Este personaje tan hermético, misterioso y oculto, fue y continúa siendo un secreto; su afán por aprender, saber y crear sigue siendo admirado por todos. La mejor manera de llegar a ese misterio es siguiendo cada una de sus pinceladas, sus mezclas de colores, hasta esa picardía a la hora de juzgar el movimiento de sus pinturas: sus gestos, sus manos, sus parecidos con otras pinturas. ¿Por qué pinta esto aquí? ¿Por qué no pinta esto? Son algunas de las preguntas que me hacía ante sus obras: las respuestas que he conseguido obtener se debe a la cantidad de observaciones y contemplaciones que he realizado de las obras de este autor.
Otro aspecto que me llama la atención acerca de Leonardo es su escritura “del revés”. Empecé a interpretar sus obras del mismo modo y gracias a eso encontré lo que denomino «el punto 0». Para obtenerlo hay que superponer dos imágenes de la misma obra e ir moviéndolas de un lado hacia otro, hasta  que se unan  formando otra imagen perfectamente clara. Lo defino como un anagrama de imágenes, es decir, una misma imagen con dos significados diferentes. Realmente lo creo así porque un milímetro más arriba o abajo, la imagen no se formará: de ahí que lo llame «punto 0».

Pasos para llegar a las imágenes: Necesitaríamos dos transparencias del mural de La última cena que deben unirse, una del derecho y otra del revés, al mismo nivel. Después hay que moverlas cada una en diferente dirección, una hacia la derecha y otra hacia la izquierda, hasta llegar al « punto 0». De este modo, se pueden obtener cada una de las imágenes. Además, si utilizamos metacrilato blanco o cristal blanco como base para ver las imágenes, se podrán apreciar con más claridad aplicando un poco de luz blanca: a mayor intensidad de luz se obtendrá mejor resultado. 



¿Realmente Leonardo pintó esta imagen?
 La pregunta que más me han hecho desde que estoy estudiando sus obras ha sido «¿Leonardo quería transmitir algún mensaje entre sus obras para que lo descubrieran en el futuro?». Y mi respuesta siempre ha empezado con: «Creo que sí». Pero ahora si debo responder a esa misma pregunta,  lo afirmaría rotundamente. ¿Y por qué diría yo esto con tanta seguridad en este momento? Lo primero que quiero destacar es la perfección de la imagen: a todo el mundo que he preguntado, la ha asociado con un ser de otro planeta... Lo que yo quiero afirmar es que Leonardo conocía este resultado final en sus obras. No estoy diciendo que el resultado sea real, pero, ¿qué extraño sería en aquella época, por 1495, encontrarnos con esa imagen? Por eso quiero dar otros puntos de vista: podría ser que fuera un visionario, que sean imágenes salidas de sus sueños, o sabiendo que era el primero que retrataba caricaturas de muchas variedades y formas intentó buscar otras opciones, sin dejar atrás las más simples, contenidas tanto en otra imagen como en la misma realidad. Quizás sea algo que nunca sabremos, pero, ¿quién no tiene intriga en saber por qué pintó estos “anagramas”?


Descripción de la imagen. De la figura central quisiera empezar destacando la forma de su cabeza, de la que en realidad sobran las palabras: los ojos grandes, ligeramente marcados y oscuros, la nariz, apenas formada, la boca fina con algo de profundidad, su barbilla poco visible; seguidamente, su cuello tan bien compuesto. Seguimos con sus manos, que pierden el grosor real de los dedos y, al estar alineados, pasan a ser cuatro dedos por cada mano. ¿Qué estará transmitiendo con ese gesto?  Enseñando sus manos, como diciendo: «¿Yo no tengo marcas en mis manos? No fui crucificado. Yo soy el…».  Su capa en forma de pico a través de la cual se ve el interior de tono un poco más claro, algo que no existía en aquella época. A la altura de los hombros, se observan unas alas saliendo por cada lado de la figura y esa mano perdida que se encuentra en el mural, entre la tercera y la cuarta figura de la izquierda…
Desde un punto más alejado, quiero destacar cómo las figuras a los lados resaltan el interés de la figura central que ya hemos visto, quizás para obtener este resultado, dándole la verdadera importancia a la figura que les he mostrado. Encima de su cabeza puede observarse la forma de un triángulo invertido que marca claramente el centro de la imagen, con otro en su interior más claro, dándole valor a dicha figura. Dentro de dicho triángulo aparece una especie de ojo y a ambos lados hay dos columnas que también marcan la mitad de dicha figura.